viernes, 1 de agosto de 2008

Espasmos

Realmente tu eres ese trágame tierra que jamás nadie olvidará. El personaje que siempre debe conocer alguien que me está conociendo, el plumón permanente que marcó etapas claves, parte totalmente de mi vida, de lo que era y lo que soy. Nunca entendimos nada de lo que se daba, ni los momentos ni las miradas. Hoy, que ya nos marca una profunda distancia bien impuesta, creo que ese amor que crees egoísta de ti, nació primero de mi y el egoísmo por motivarme a vivir.

De ti no sé decir mucho, fue fugaz, cálido y tibio. Lo que hoy queda es un silencio, que duerme en lo más profundo de ambos, me hace sentir conforme con las derrotas y errores bien marcados que comentí contigo. Me regalaste enseñanzas y consecuencias que jamás olvidaré.

Luego tu, persona que no vi llegar, desarmando toda mi armonía, alterando mi filosofia, cambiando mis formas, mi visión, mi sensación. Quizás lo que me faltó para deterte fue un poco de esa fuerza que fluía de ti en demasía . Pero no era parte de mi armadura así que te dejé entrar y vivir de mi. Pero dejé de verme a mi, y te puse a ti. Ahí estuvo mi error, cegarme por el amor. Hoy, cómo dijo Gustavo Cerati, "son espasmos después del adiós ", pero agradezco hasta el más profundo dolor.

Antes, entre medio y después, también hubieron vivencia con personajes. Quizás de alguna manera me hace reir y sentir satisfecha, pensar en las personas que se han cruzado en mi camino y ver que cada uno tiene ese toque especial, que es lo que me atrajo en algún momento y que también es lo que me hace verme reflejada en cada uno de ellos.

Quizás el error de que algo no funcione entre dos personas es la falta de entendimiento, de ponerse dos segundo en los pies del otro. "¿Que está sintiendo?", "¿Pq hizo eso?", "¿Qe no le dí?", "¿Cómo puede ser feliz ahora?", "¿Debido a que llegó a esto?", "¿En que me equivoqué?", "¿Pq hace esto?", etc. También la profunda falta de sinceridad, de dejar de lado las verdades, y ser sinceros (aunque duela), o como último recurso podría atribuirse a que no estamos hablando del nefasto y bello amor.